Desde que somos chicos, nos meten una idea en la cabeza: "endeudarse es malo". Y en gran parte, es un buen consejo. Las deudas de consumo, las tarjetas de crédito mal usadas, pueden ser una trampa. Pero hay un secreto que la gente que construye patrimonio conoce muy bien: no todas las deudas son iguales. Existe una "deuda buena", y se llama apalancamiento.
Entender este concepto es, sin exagerar, una de las revelaciones financieras más importantes que puedes tener. Es la diferencia entre construir riqueza de forma lenta y lineal, a hacerlo de forma exponencial.
El crédito hipotecario, usado para inversión, es el ejemplo perfecto de "deuda buena".
Imagina que quieres comprar una propiedad que vale $100 millones.
Esa es la magia. Usaste el dinero del banco para multiplicar el rendimiento de TU dinero por cinco.
Y aquí es donde se pone aún mejor. En una buena inversión inmobiliaria, consigues un arrendatario que, con su pago mensual, cubre la mayor parte o la totalidad de esa "deuda buena". Tú te beneficias de la plusvalía y del crecimiento de tu patrimonio, mientras un tercero paga el crédito. Es el negocio perfecto.
El miedo a la deuda es natural, pero la fobia a la deuda te mantendrá financieramente pequeño. Aprender a usar el crédito de forma inteligente y estratégica es la habilidad que separa a quienes simplemente ahorran de quienes construyen verdadera riqueza.
El apalancamiento es la herramienta más poderosa que tienes a tu disposición, pero como toda herramienta poderosa, hay que saber usarla. ¿Quieres aprender a apalancarte de forma segura e inteligente? Hablemos.